miércoles, 26 de septiembre de 2007

Fuera de lo común, por Juan F. Campos


Creo que difícilmente lograremos entender completamente el comportamiento de Dios en nuestras vidas.

A lo largo de Las Escrituras muestra reacciones que sacan de balance a cualquiera que no esté acostumbrado a ver a un Dios que, como Él, le encanta salirse de los patrones normales de conducta. Tan solo es necesario recordar las ocasiones en las cuales se ha dado un mover de Dios fuera de los límites que esperados o considerados “correctos”. Somos fáciles para olvidar por completo que el que establece los límites es Él y no nosotros. Si usted ha tenido a Dios enmarcado en un patrón de conducta, déjeme que le diga que Dios no se rige bajo ningún patrón de conducta humano, pues el es un Dios de multiforme gracia.
Vez tras vez, a lo largo de la Biblia, Dios ha sorprendido a sus siervos presentándose de una forma por demás inesperada y haciendo cosas fuera de lo natural para revelar su grandeza. Es un Moisés quedando boquiabierto al ver una zarza que ardía en llamas sin consumirse de la cual salía una voz que le llamaba por su nombre. Se trata de un pequeño llamado Samuel que no podía dormir al escuchar en su cama el llamado a servir. Es verle guiando la piedra lanzada por un niño para derribar a un gigante. Es Dios recordándole que usted es más que vencedor. Aún a las personas que se consideran más cercanas a Dios les sigue sorprendiendo esa gracia tan diversamente manifestada. Día a día son maravillas diferentes a las que tenemos acceso gracias a este Dios que le encanta decirnos de diversas formas que nos ama.
Si usted es de las personas que ha vivido en algún momento algo de lo que le estoy hablando me entenderá con facilidad este sentimiento de descontrol que estoy tratando de describir. Se ha asombrado al ver que lo lógico no se cumple. Es quedar con la boca abierta al ser testigos que lo natural no tiene cabida en la situación. Es frotarse los ojos al ver que lo inesperado está sucediendo. Es llorar de alegría al ver que lo imposible está ocurriendo. ¿La clave? Dejar que sea Él quien tome el control. Si esperamos ver cosas fueras de lo común en nuestras vidas, se hace necesario que dejemos que sea Dios el que tome el control y no nosotros.

Fuente:Agente de cambio

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